martes, 28 de agosto de 2012

El alma y sus paisajes

Inteligencia emocional y Feng Shui
x Jesús Gabriel Gutiérrez
Autor del libro “Feng Shui, el arte de crear un entorno positivo para tus emociones” RBA-Integral

El alma y sus paisajes

Para el alma, el cuerpo es un paisaje que le influye tanto como para sentirse afligida o liberada según las experiencias que experimente en su compañía. El alma percibe al cuerpo como un paisaje en transformación, el cual es influenciado por los lugares por los que transita, hasta el punto de absorber información sutil que el intelecto no suele advertir. Así, pues, las formas de los objetos, del hábitat, de la ciudad y del paisaje influyen más de lo que imaginas sobre el bienestar de cualquier ser vivo.

Inteligencia emocional

Lo que estamos viendo emerger como Inteligencia Emocional procede de la aportación de Daniel Goleman, quien sentó las bases en un libro de titulo homónimo publicado en 1995. Sin embargo, este auge no se refiere a algo nuevo que antes no conociéramos, sino que, más bien, auguraba un declive de la racionalidad pura y dura surgida a partir de la Ilustración y, aún más, a partir de Descartes y de las revoluciones industriales sucesivas. Así, pues, hemos estado viviendo en la quimera de la racionalidad. Y no es que la racionalidad no sirva, es que no engendra lo que podría engendrar de no haber sido porque el énfasis en métodos orilló la intuición y la sabiduría innata que todos tenemos por el hecho de estar vivos. Un mundo quieto es racionalizable y clasificable, ciertamente, pero resulta que el mundo no es ni racionalizable ni clasificable. Con el viejo paradigma dando sus últimos coletazos, pretendimos explicar el mundo y los comportamientos humanos de acuerdo a alguna ordenación que nos permitiera controlar, planificar, cuantificar, prevenir, etcétera. Ahora vemos que la racionalidad sin intuición o sin emoción no nos ha llevado a ningún sitio –o, mejor dicho, a donde nos ha llevado es a la insostenibilidad económica e intelectual-. La eficiencia que pretendíamos se ha quedado en un sinsentido.

Si en Occidente estamos redescubriendo las emociones como propulsoras de la acción y de la transformación, y con ello seguimos creando nuevas categorías, prueba de ello son los libros de Howard Gardner, en Oriente, estas divisiones simplemente no existen. La cultura china no pone en lugares separados lo racional, lo emocional y lo intuitivo. Observan el mundo desde una percepción más madurada, estable y equilibrada que la occidental. Tampoco conciben lo humano separado del entorno, del territorio y del cosmos. Un ejemplo de ello nos lo proporciona la Medicina Tradicional China, la cual considera al cuerpo humano como un fractal del cosmos. Lo curioso del caso es que una percepción muy similar ya la teníamos en occidente antes del siglo XVIII.

La filosofía del Feng Shui

El Feng Shui recoge y refleja en la práctica una filosofía holística en la que el contemplar, el pensar, el sentir, el intuir, el ordenar y el actuar se nos presentan como una sola cosa. Siguiendo el paradigma que comparte con la Medicina y la Astrología chinas, el Feng Shui entiende que el hábitat en el que nos desenvolvemos, los paisajes mayores que lo circundan, el cosmos, la psique y el cuerpo están regidos por las mismas leyes universales. Atendiendo a esta sutil percepción podemos comprender con facilidad intuitiva una serie de cosas a las que no podríamos llegar sólo con lo racional o lo intelectual.

Sin embargo, y todo hay que decirlo, gran parte de lo que nos dicen que es el Feng Shui no es otra cosa que conjuntos de recetas cortoplacistas totalmente descontextualizadas del significado original. Estos recetarios no contribuyen ni dispensan la ayuda que pretenden dispensar. El Feng Shui, como la radiestesia, es en realidad un arte dirigido a desarrollar la sensibilidad y la percepción sutil de la energía. El protocolo y las técnicas del Feng Shui no deberían eclipsar con soluciones trituradas y dictadas por un canon su gran valor añadido, que es la posibilidad de percibir el mundo, y nuestro lugar en él, como una trama que está siendo tejida incesantemente.

El Feng Shui en la práctica

Nuestra vivienda forma parte de nosotros; y nosotros, a su vez, de ella. Se podría decir que un cambio personal, acompañado de un movimiento en el hábitat, puede facilitar el despliegue de facultades, promover la generación de oportunidades, acelerar procesos que parecían estancados, etcétera.

También, por otro lado, nuestra casa contiene recursos que no utilizamos, de modo semejante a potencialidades que tenemos y que nos pasan desapercibidas o infravaloradas por nosotros mismos.

Una forma de entender en la práctica el principio básico del Feng Shui es estableciendo una analogía entre nuestra personalidad y el hábitat en el que nos desenvolvemos. Podemos localizar actitudes erróneas y actitudes excelentes en nuestros devenires cotidianos e, igualmente, localizar en la vivienda lo erróneo y lo excelente de manera que podamos actuar simultáneamente facilitando el cambio.

Una vez planteada y reconocida la necesidad de cambiar, podemos acudir a los consejos canónicos del Feng Shui; o bien, mucho mejor, valernos de nuestra intuición y establecer un diálogo con las zonas del hábitat, los objetos, las formas y los colores que en él estén. En este sentido, habría que considerar que todo lo que hay en la vivienda es un ser vivo -una extensión de nosotros mismos- que nos puede hablar si le hacemos la pregunta adecuada. Como ejemplo de esto que les digo, tomen un objeto que puedan sostener en las manos y paséense con él por la casa. Háganlo con detenimiento, incondicionalmente, y sin ideas o intenciones preconcebidas. Es posible que en algún momento noten que el objeto parece que quiera ser colocado en un lugar. También pueden probar, en el caso de que haya que pintar la pared de otro color, a imaginarse qué colores la pared parece pedir. Pueden ir probando imaginariamente colores. Háganlo con calma. Imagínense que la pared ya está pintada y observen si ocurre algo en sus vidas en días sucesivos. Tengan paciencia. Puede que no. Al cabo de unos días, si ven que no ocurre nada, prueben con otro color. Agudicen su intuición y su sexto sentido.  Si hacen este experimento con la calma y la receptividad debidas, la vida les resultará verdaderamente mágica.

Si se sienten con ganas de utilizar el Feng Shui de manera intuitiva, sin mapas y sin recetas canónicas, su inteligencia emocional habrá dado un paso adelante y, quizá, también, hacia arriba y sin dejar de tocar pies con tierra.

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