lunes, 24 de diciembre de 2012

El plan B y el foso de los cocodrilos

El plan B para la independencia de Catalunya.

En España estamos a punto para asistir a la segunda transición. La primera, la que vino a resultas del final de la dictadura, la del café para todos, fue un acuerdo de mínimos que nos dejó dormidos durante unos cuantos años. Mientras estuvimos así se celebraron diversos fastos, como los de 1992, surgió la cultura del pelotazo y todos nos creimos que un pisito en propiedad iba a llevarnos a tocar el cielo con las manos. El caso es que el plazo de aquella transición está a punto de expirar. Un síntoma claro de ello es el proceso de independencia de Catalunya, el cual llevará a poner la relación con España en un cuello de botella muy estrecho. Esta situación pondrá a prueba el aguante y la solidez de las actitudes.

En otros artículos publicados en este blog ya dejé bien argumentados temas como el de la abolición de la monarquía borbónica o el del proceso soberanista. Una cosa llevará a la otra (y viceversa).

Sin embargo, en lo referente a la independencia de Catalunya, como la cuenta atrás no se ha iniciado en firme es posible que se planteen alternativas en relación al plan propuesto.
Antes de describir cuáles pueden ser estas alternativas comentaré que de si lo que se trata es de que Catalunya disponga de mejores instrumentos que garanticen su desarrollo, pase lo que pase, la respuesta es sí.

Aquí van las 3 alternativas (bueno, en realidad sólo son 2):

Plan 0. 
El proceso da vuelta atrás y nos situamos en donde estábamos. Esto es imposible. Entonces, pues, nos quedan como alternativas viables estas otras dos.

Plan A.
El proceso continúa su curso. En Catalunya se celebra el referéndum y gana la propuesta independentista con mayoría muy holgada. Ello hace entrar en crisis a la Corona. En estas, el rey abdica en su hijo por motivos de salud, el cual propone un referendum para validar si la monarquía sigue siendo del gusto de los españoles. Y hasta es posible que ni convoque referendum y se pongan a hacer las maletas, si es que no las tienen ya hechas. El caso es que Catalunya empieza a elaborar su constitución de tal manera que encaje con las pautas indicadas por la UE. Finalmente, Catalunya es independiente.

Plan B.
Visto que el proceso conducente a la independencia de Catalunya es imparable, y justo antes de que las posiciones se enconen más de lo que están, alguien propone echar la monarquía borbónica al foso de los cocodrilos y proclamar una república federal en la que Catalunya dispondría de hacienda propia y de todo aquello que hubiera conseguido con la independencia plena. La propuesta cocodrilística triunfa y todos contentos. España continua siendo España y Catalunya consigue que le quiten las cortapisas de las cuales se queja y con las que argumenta su anhelo de independencia.
Esto de echar carnaza a los cocodrilos no es nada nuevo. Ya ocurrió con Madoff y con Millet, por poner dos ejemplos recientes.

Tanto si prospera el plan A como si lo hace el plan B, el resultado se notará en las mismas fechas. En concreto: 2014 y 2017. Más adelante, con el proceso que atañe a la Unión Europea revisado a fondo, como resultas de la crisis del euro y con la economía más controlada y apaciaguada, se dará pie a una federalización de las regiones (euro-regiones). Es decir, se reorganizará todo para que la cooperación entre comunidades se sustente en afinidades y no en discordias. Ello quiere decir que tanto si Catalunya se federaliza como si se independentiza, el camino a emprender nos va a llevar al mismo sitio. Estoy hablando del trienio 2023-2026.

Dicho de otro modo: si predominara el plan B, y eso lo iremos viendo en la medida en que Catalunya apuesta con fuerza por el plan A, España podría sacrificar la corona y Catalunya podría sacrificar la independencia. De este modo, España no se desmembraría y Catalunya obtendría lo que necesita. El asunto es cómo los políticos podrán dejar contentos a ese amplio sector de personas que apoyaron la literalidad de la promesa del proceso independentista. Sin duda que habrá que hacer mucha pedagogía y mucho marketing. Las argumentaciones deben ir en dirección a exponer la esencia de lo que Catalunya necesita, dejando de lado la literalidad de las formas concretas. Sin embargo, ay, las emociones se aferran tanto a esas literalidades: que si la corona, que si la unidad de España, que si la independencia de Catalunya, etcétera. Si la imaginación y la creatividad están para algo es para desafiar todas las literalidades.

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