domingo, 26 de abril de 2015

¿Qué es un vampiro cognitivo?

¿Qué es un vampiro cognitivo?


Es un mercader, un colonizador de mentes, que muy a menudo utiliza, ofrece y vende argumentos espiritualoides, psicologicistas, sociologicistas, economicistas o políticos. Se les llama creadores de opinión. Los vemos, por ejemplo, en los diversos medios de comunicación. Se trata de alguien presto a explotar la pereza y la candidez de las personas, suministrando eslóganes y consignas orientadas a que no se tenga necesidad de pensar, y más aún en un mundo de prisas y ruido psicológico. Es, por llamarlo de algún modo, un cazador de tendencias cognitivas. Estos vampiros captan el pensamiento aún inconsciente de las personas -antes de que éstas hayan tomado posesión de él-, lo construyen, ofreciéndonoslo envasado y listo para consumir. Y hasta es posible que seamos nosotros quienes prefiramos al mercader o vampiro cognitivo, mucho más que ponernos a pensar en relación a nuestros valores y a nuestro modo de proceder. Es decir, que entramos más fácilmente en la forma estética que el mercader nos ofrece y vende que en la articulación de un pensar propio y del consiguiente modo de enfocar la propia vida a que ello nos llevaría.
Pensar es una forma de acción. Lo contrario, no pensar por cuenta propia, nos lleva a entregarle al vampiro nuestra sangre, nuestra alma y el fruto de nuestros actos.

Un vampiro cognitivo es alguien a quien se le otorga autoridad, lo pretenda o no, sobre el pensamiento propio. Hay vampiros cognitivos que saben que lo son, pues son profesionales que se ganan la vida con ello; y los hay que no lo saben o no tienen intención de ello. También, y por la misma razón, hay personas que, con o sin conciencia, se dejan vampirizar.

En el libro que se publica estos días, El Gran Tinglado de la Felicidad. El secuestro de los valores, trato precisamente de este tema, el de los valores y el de las 12 formas básicas que tenemos para dejarnos vampirizar por el ruido colectivo, por los gurús, por los mercaderes, por los creadores de opinión.

Los diversos capítulos de El Gran Tinglado de la Felicidad son recorridos por una idea fundamental. Las expresaré en forma de preguntas. A saber:

• ¿Somos capaces de pensar por cuenta propia?
• ¿Qué pasa cuando pudiendo pensar por nosotros mismos no lo hacemos?
• ¿A qué nos exponemos cuando regalamos nuestra capacidad pensante a otros?
• ¿Apoya la educación la construcción de un pensamiento propio; o acaso le interesa al sistema que seamos perezosos a la hora de pensar?
• ¿Por qué se tiene la impresión de que el sistema hace todos los posibles para que las personas perdamos (o no establezcamos) la conexión con el propio pensamiento?

La pérdida de conexión con el pensamiento propio tiene su aliado
en el ruido de fondo, en las prisas, en la falta de comunicación, en las presiones psicológicas y emocionales que flotan en el ambiente, y más en situaciones de crisis. La pérdida de conexión con el propio pensamiento genera, además, otro efecto: la pérdida de conexión con la realidad externa. Es decir, nuestra relación con el entorno es equiparable a la calidad de conexión con nuestro propio pensamiento. Si nuestro pensamiento es débil o poco definido se expone a ser vampirizado; también, y por la misma razón, nuestra relación con el contexto social será poco definida o débil y expuesta a influencias no deseadas.

Es por eso que repito la pregunta:
Si al sistema no le interesa que las personas nos demos tiempo para pensar, reflexionar, compartir, escuchar a los demás y escucharnos a nosotros mismos,  ¿qué tipo de sociedad estamos construyendo? ¿a quién beneficia? ¿a quién perjudica?

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