miércoles, 22 de julio de 2015

La Conspiración de Libra (3)

¿Qué tienen en común Gordon Gekko, Margaret Thatcher y David Cameron?

No hace falta que recuerde que Gordon Gekko es el nombre del personaje que interpreta Michael Douglas en la película de Oliver Stone Wall Street, la cual describe una buena parte de lo que estoy tratando en esta serie de escritos relacionados con la Conspiración de Libra.
Michael Douglas, Margaret Thatcher y David Cameron, por poner unos ejemplos, tienen en común que nacieron bajo influencia del signo de Libra, el mismo en el que se produjo la conjunción entre Saturno y Plutón de 1982 que dio lugar al ciclo neoliberal que se extingue en el 2020.

Este ciclo pone de relieve el culto al dinero, al poder, a la megalomanía. El gran monstruo social que formamos todos ha hecho un culto, durante este ciclo neoliberal, al individualismo. Sin embargo, este individualismo, lejos de servir a la individualidad, ha acabado sirviendo a lo más perverso y psicótico del sistema social.

En este ciclo se ha puesto en evidencia un acierto-error de Marx. Marx pensó que el surgimiento de la burguesía acarrearía, a la larga, la toma del poder por parte del proletariado, pero se equivocó. 

O se equivocó y acertó a partes iguales.
Lo cierto es que el proletariado se ha aburguesado y la burguesía se ha proletarizado. Me explicaré.

La religión dejó de ser el opio del pueblo. En su lugar fue puesta la adicción al trabajo, a la productividad, al crecimiento, al dinero y al poder, entendiendo grados de poder en función de cada clase social. El poder de llegar a ser más individualistas.

Hoy en día, el burgués es un trabajador compulsivo. El burgués es un obseso del trabajo, pues es así como legitima su posición social y su anhelo de poder ascendente, como si ello fuera una penitencia que le da una tranquilidad de conciencia.

En el caso contrario, para el proletario, la obsesión por el trabajo le viene de la necesidad de pagar facturas e hipotecas. Es una obsesión que le llega obligada por la seducción que el sistema le hace, en el sentido de prometerle poder ser individualista a través de la vía del consumo. El burgués no necesita del trabajo para pagar facturas sino, más bien al contrario, para acallar su conciencia, para salvar su alma, para legitimar su anhelo de poder ante la mirada de los demás. El culto al trabajo y a la productividad hiperactiva se ha infiltrado por todos los estratos sociales. Incluso la apología que se hace a través del deporte, en el sentido de estar siempre compitiendo y aspirando permanentemente al triunfo, es algo bien neoliberal.

1 comentario:

Roberto Hidalgo dijo...
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